Pintooor que pintas con amoooor

Me duele la muñeca. Y no, no es de masturbarme compulsivamente, sino de darle a la brocha gorda, en sentido literal. En esta semana temática de dedicarme a rematar los menesteres que tengo pendientes desde hace meses, hoy tocaba pintar las puertas del piso. Aunque claro, una tarea aparentemente fácil (además, con pintura de pared, para hacerlo más fácil aún) se puede complicar sin la suficiente previsión. Así que después de casi toda la tarde, tengo ya las puertas azules (aunque les tendré que dar una segunda mano) y un colocón del 15. Y eso que he tenido las ventanas abiertas, que cuando algún desalmado a empezar a cocinar coliflor, no sabía si prefería morir por las emanaciones de la pintura o por los vapores aceitosos de dicho vegetal. Debería estar prohibida, que pestazo.

Lo segundo más apasionante que he hecho esta tarde es arrancar el coche para que no se le descargue la batería y cocinar para cenar y para mañana, que llevo una perrería que me hace comer mal.

Estoy un poco agilipollá esta semana, así que ni caso. Me he quedado otra vez afónica por otro catarro (y van 5) y mañana voy a buscar los resultados de un análisis que me hice. Estoy un poco jiñada por lo que pueda salir, pero ¿a que disimulo bien?