Nos hemos convertido en esclavos de las redes, almenos, algunas personas, entre las que me incluyo. Hace tiempo que no me paso por aquí porque ahora que echo la cuenta, estoy, además de en este en... 3 blogs más. Tengo 3 cuentas de twitter. 3 de google+, de las que sólo he empezado a usar una (las otras son por obligación, esto de ser android...), linkedin, Facebook... es de locos. Intento profesionalizarme un poco con esto de los blogs a ver si suena la flauta, y es trabajo, mucho. Obviamente no os diré la dirección del blog serio, quienes me conocéis ya sabéis cual(es) es (son).
Todos hemos caído en el egocentrismo al publicar cosas en las redes sociales, o blogs. De vez en cuando no va mal que te den una palmadita en la espalda, aunque sea de mentirijillas.
Me resulta curioso (y triste) ver como algunas personas, de las que sé que su vida real no es un ramo de rosas, se dedican a poner fotos de lo felices que son, sólo por tener la aprobación de familiares y amigos, en sus comentarios: ¡guapos! ¡Os quiero! ¡Está precioso!
Pues lo siento mucho, aunque sea un bebé, en esta foto sale fatal, así que de guapo nada. Y por mucha sonrisa en la foto, luego en casa es otro tema. En fin.
Intentaré poco a poco vencer un poco esta dependencia de la pantalla, y no es porque no salga, que lo hago a veces demasiado, pero quiero recuperar tiempo para otras actividades, como la lectura. Me voy haciendo con libros y quedan en la estantería. Y decepcionada con el ebook, lo he intentado, pero no. Es un suplicio pasar páginas, ir a un lugar concreto... entre otras cosas.
En el próximo post hablaré del paralelismo que se puede hacer entre unaa relación de pareja, una laboral, una de fan...
Necesito desconectar el cerebro, en serio.