16 de septiembre de 2017

Por fin hago que sucedan los cambios

Hace la friolera de 3 años escribía una vez, y otra, y muchas más que necesitaba un cambio en mi vida y no sabía ni por dónde empezar. 3 años en los que me he estado arrastrando en mi zona de confort que tanta infelicidad me ha causado. No me adapto muy bien a los cambios, por lo que si son impuestos sobrevivo y no los suelos buscar: el miedo, siempre el miedo. Sin proyectos, sin objetivos, atrapada en mi vida sin saber salir.
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Pero ha llegado mi momento. En los últimos meses han sucedido varias cosas, no sabría diferenciar el detonante aunque sí sé quienes prendieron la chispa, pero al final ha sido la suma de todo.

Estos últimos 11 años han cambiado muchas cosas. Me he mudado mil veces, he terminado con varias parejas y conocido otras, se me han muerto abuelos, he hecho nuevos amigos, nuevos enemigos, he ganado experiencia(s)... pero la (prácticamente) única cosa que no ha cambiado era el trabajo. ¿Para qué iba a cambiar? Jornada completa y contrato indefinido. Sería de locos dejar eso. 11 años de mi vida dedicados a un matrimonio laboral que ya hace 3 o 4 años que estaba muerto.

Entonces me dijeron: "¿seguro que tu objetivo en la vida es tener un trabajo estable de lo tuyo? Porque eso ya lo tienes ¿no? Por lo que me estás comentando, tú lo que quieres es un trabajo en el que sentirte realizada".

Por eso he decidido romper. Lo dejo y me voy a otro lugar, con menos sueldo, menos cargo, menos apariencias, sólo por 3 meses pero con más horas libres para mí y más ilusión. Trabajaré en un pueblo, en el bosque, como hace tanto que llevo deseando. Ojalá también pueda mudarme allí aunque sea por 3 meses. Cumplir de golpe dejar el trabajo fijo, trabajar al aire libre y vivir en un pueblo ya sería la bomba. Y ya no me pongo excusas.


Lo único que me da rabia es que cada vez que cojo las riendas de mi vida es porque no tengo a nadie a mi lado (románticamente hablando).