22 de marzo de 2020

10 días encerrada

Desde que se anunció la suspensión de las clases, llevo confinada 10 días en casa. Solo salí el martes media hora para comprar comida y otra media ayer, para lo mismo. Durante todo este tiempo lo he llevado bastante bien. De vez en cuando yo haría estos parones, porque suelo necesitar tiempo para mí y agotarme al cabo de varias semanas de trabajo. La cosa es ahora diferente, porque es un encierro obligado, pero no ha sido hasta hoy que me han empezado los pensamientos negativos.

Los primeros días fueron un poco duros. Cuando vivía sola, yo no tenía costumbre de ver las noticas porque me saturaban, cabreaban, o me entristecían. A LaGuapa sí que gusta ver las noticias, y además, en TV (lo poco que yo me informaba lo hacía por internet, huyendo de amarillismos y textos apocalípticos). Con lo que, al bombaredeo de noticias del monotema, se le sumaba la conversación-discusión de después (porque en algunas cosas tenemos opiniones opuestas).
Ella es enfermera y ve las cosas desde dentro, y no puede evitar ver incoherencias en este confinamiento. Eso también significa que tiene que ir a trabajar, lo cual ahora no sé si es una suerte o una desgracia (para ella, para mí y para sus pacientes), pero no estamos 24 horas juntas y tengo mis momentos de soledad deseada.


Por mi parte a los 4 días del cierre me quedé en el paro. Pero me he mantenido ocupada, soy muy de salir pero también tengo miles de cosas que hacer en casa. No soy muy familiar así que no echo de menos a mis padres ni resto de familia. He intentado aislarme al máximo de las noticias. Tengo además la suerte de tener un piso con una terraza grande y luminosa.

Pero hoy ya he empezado a notar un poco este pesimismo generalizado que se respira. Puede ser de haber dormido poco las dos últimas noches (descontrol de horarios y cerebro demasiado activo). Puede ser por haber leído historias personales en twitter de gente a la que se le ha muerto familiares.

La muerte de mi única abuela viva hace tiempo que me pasa por la cabeza, porque está feo decirlo, pero es mi abuela preferida. Es muy mayor, así que tarde o temprano el momento tiene que llegar. Pero sería muy horrible que muriera en esta situación. Afortunadamente (o no) vive justo encima de mis padres, con lo que no está sola 100%. Pero eso significa que también está esporádicamente en contacto con una persona que sale a la calle a comprar. No sé si el ánimo que me transmiten mis padres por teléfono es para que no nos preocupemos más de lo normal o porque no se están tomando en serio la posibilidad de infectarse.

Prefiero no pensarlo, pero la posibilidad de una muerte cercana se ha vuelto hoy real.