15 de agosto de 2018

10 años de blog

Escribo este post desde el pasado, porque hoy me marcho de vacaciones y no pienso abrir el blog. Tampoco lo pienso cerrar. Hoy hace 10 años que empecé en la bollosfera (lo cual también significa que hace 10 años SuperEx me dejó), y aunque esto ya no es lo que era, aún me sirve de lugar de encuentro y desahogo. 10 años es mucho tiempo....
Cierta persona siempre decía que el blog se abría para ligar, y una vez se encontraba pareja, la gente lo abandonaba. No es mi caso, si ha habido épocas en las que he escrito menos, sobretodo últimamente, ha sido por exceso de trabajo y llevar cuerpo y mente al límite y sobretodo porque he llevado mis escritos a un ámbito más privado. Ha sido bonito recuperar lápiz y libreta, es bonito volver a leer libros de papel y dejar de lado la frustración de no poder terminar ebooks.

Es imposible hacer una retrospectiva del blog. La verdad es que en 10 años han pasado muchas cosas, aunque siento que en último año y medio mi evolución personal ha sido brutal. He hecho mucho trabajo personal. Suelo echar de menos aquella chica de 20 tantos años, aunque he de reconocer que la sabiduría y experiencia de los casi 40 me hace sentir en un peldaño superior.

Gracias al blog he encontrado buenas amigas, enemigas, gente con la que salir, parejas sentimentales, parejas sexuales y mucho aprendizaje. Me ha ayudado mucho psicológicamente en momentos de perdición.

En 10 años el tono del blog ha pasado de bollodrama a frívolo, a profundo, a obsceno, a reflexivo, a absurdo, a... muchas cosas mezcladas. Por un blog puedes conocer mucho a una persona (más que por un estúpido hilo de Twitter, como los odio) pero también os diré que un blog y lo que se vierte en él no definen a una persona. Afortunadamente soy una persona con muchas facetas.

Animo a las personas que leen y nunca han comentado que lo hagan hoy, aunque solo sea para decir hola.

Sed felices.




























No están todas las que son, pero son todas las que están. Si quieres más #Mujeres, clica

11 de agosto de 2018

Mi primera cita Wapa

Aunque sé que esto de las apps para ligar no es para mí, después de las anteriores instalaciones que no duraron más que 48 horas, por alguna extraña razón (aburrimiento de verano, ganas de un polvo, superseguridad en mí misma, sobredosis de Carrie Bradshaw, porque varias amigas han encontrado ahí a sus parejas, porque a veces me salgo de mi propio camino...) me metí en una página en la que tenía puestas las expectativas muy altas. Resultó ser un fiasco al final (de nuevo: ¿dónde están las bolleras que pongan un poco de esfuerzo, no sé, subir una foto de perfil por lo menos?), pero me enganchó peligrosamente al buscar. Así que me instalé el Tinder, me instalé el okcupid y hasta el POF.

POF: morralla, mucha morralla y un aspecto de web porno
de los años 90 y ads dudosos

De repente me vi en un juego enfermizo de ver y descartar, pasé un par de días de varias horas de enganche frenético de NO-NO-NO-NO-NO-NO-NO-NO-NO-LIKE-NO-NO-NO-NO-NO-LIKE-NO-NO-NO-NO-LIKE-NO-NO-NO. En fin, muy frustrante por varias razones. Ves gente aparentemente maravillosa, ves gente aparentemente miseria humana, un mercadeo muy, no sé.

Soy una bollera demasiado exigente.
Quizá es que okcupid es el paraíso de la no-monogamia

Yo intentaba analizar por qué el 99% de las chicas que había allí no me gustaban. Además, es sorprendente la diferencia de perfiles que hay según la aplicación que uses.

Tinder es el instagram de las apps de ligoteo, aunque a veces
encuentras cosas raras como tías besando calaveras (verídico)

Total, que a pesar de sufrir la misma frustración que he sufrido durante mis enganches a facebook, me volví a instalar la "peor" app de todas, la app que se debería llamar "fea" en lugar de Wapa. Y no porque haya feas, que también las hay, sino porque los perfiles de paisajes, frases de Mr Wonderful o trozos del cuerpo llegan a ser realmente cansinos. No me imagino entrando a un bar con una bolsa en la cabeza en lugar de mi cara, pero bueno, cada una hace lo que quiere con su privacidad.

Fuente

Entre toda la morralla vi a una chica que se parecía peligrosamente a la Presunta2, en un ataque de locura le escribí, me respondió sin faltas de ortografía, coincidíamos en muchas cosas y en menos de 12 horas ya estábamos cara a cara con un cerveza. Aunque este tipo de citas son como una entrevista de trabajo y me sentí en First Dates, la verdad es que todo fue de maravilla, me sentí supercómoda, iba tachando mis requisitos mentales de lo que quiero en una pareja y lo más importante, no tenía nada de lo que NO quiero. La conversación fluía, se hizo tarde y cada una se fue a su casa sin que pasara nada ni hubiera ningún atisbo evidente de coqueteo, pero yo ya tenía el estómago revuelto.

Al día siguiente, de cotilleo con las amigas y racionalmente pensando para mí misma, la cosa estaba clara: hay que seguir conociendo a esta chica. De hecho estuvimos chateando casi todo el día siguiente. Pero por alguna razón también estuve todo el día con dolor nervioso de estómago y alguna hiperventilación ansiosa. Aunque quería volver a verla, físicamente no podía.

No, no es que ya crea que de aquí pueda salir alguna historia, o que me mole de verdad, seamos realistas que ya tenemos una edad.

Es miedo a haberla cagado durante la cita. Analizando cualquier frase o cualquier gesto que pudiera no haberle gustado, por no estar a la altura. 

Es miedo a introducir turbulencias en mi vida ahora que me siento completa. 

Es miedo a volver a salir herida. 

Es miedo a la incertidumbre. 

Es miedo a que mi cuerpo no me responda cuando mi cabeza piensa lo contrario. 


RafaeldeBono

Es miedo a reconocer que, al fin y al cabo, tampoco estoy en un peldaño superior, o con la autoestima a tope de power, o soy tan espectacular en el momento de enfrentarme a la realidad.


6 de agosto de 2018

Pesadillas comunes

Hoy tenía tanto calor que a pesar de tener el ventilador puesto desde que me eché a la cama por allá a las 12, he salido al balcón a intentar dormir a las 2 de la mañana porque no podía más. De los 3,5ºC de dentro de la habitación a los 29,5ºC se notaba bastante, así que he estirado la máximo la tumbona y he intentado echar una cabezada.  Ni dormir bajo la luna, que estaba preciosa, aliviaba mi malestar, sobretodo por el hecho que la perra pasa tanto calor y jadea tanto si se le suma eso a la bronquitis, que cada noche pienso que se muere en cualquier momento.

Total, que mientras estaba en mis ensoñaciones me ha dado por pensar en qué coño hacía yo en el balcón, que a ver si iba a ser sonámbula y me daba por tirarme por el balcón. ¿Justo hoy tenía que ser el primer día que me iba a dar por ser sonámbula?

No habéis sentido esa extraña sensación de saltar al vacío alguna vez, aunque no tengáis intenciones suicidas? Porque yo sí, no sé porqué se da pero no mola nada.

Total, que me he metido de nuevo para adentro a las 4 de la mañana, como si el hipotético sonambulismo no me impidiera salir al balcón.


Con ese miedo y con el de que en medio de la noche entrara alguien por las ventanas abiertas, he empezado a soñar que invitaba a un amigo a dormir conmigo, cuando he sentido la necesidad de apagar el ventilador. Lo he desenchufado y no se apagaba, he intentado abrir la luz pero no funcionaba. He agarrado a mi amigo del tobillo y le he intentado decir: "no se apaga, no va la luz". Pero es como si no pudiera pronunciar bien, la P de apaga no había manera de decirla. Como cuando estás taaan dormida que parece que no sabes hablar.

No podía hacerme entender, no podía hacer una cosa tan simple como encender la luz y apagar un ventilador desenchufado. Al fin me he despertado a las 6 medio hablando y sola en mi cama, estos sueños que mezclan realidad y ficción me dejan trastocada. Y si en ellos se violan leyes de la física de cosas simples, como un ventilador desenchufado que funciona o una vela que se mueve por una mesa (algo que soñé en 2004) me siento tan aterrorizada...