La verdad es que he ido al taller, entre otros motivos, porque iba la Presunta (aka mi antiguo amor platónico). Sí, mal, caca, pero es el único espacio en el que coincidimos y quiero que seamos amigüis porque nos llevamos bien. También he ido porque estoy intentando cambiar que no me cueste tanto expresar emociones en público (llorar, mis vulnerabilidades), el contacto físico con otras personas y superar un poco el miedo al ridículo. Así que os podréis imaginar que en estos talleres, donde siempre meten (¿por quéee??) alguna dinámica de teatro, expresión corporal y contacto físico, lo paso un poco mal a la par que es un reto. Vaya, que salvando las distancias, me lo tomo un poco como terapia grupal, donde puedo conocer otras realidades y compartir la mía en un entorno seguro y feminista.
Total, que llevaba bastante bien el taller, los momentos de respiraciones y las relajaciones (soy la típica que imposible relajarme en estas situaciones, y si me ponen musiquitas zen menos) cuando llegó el momento del toqueteo, de ponerse en parejas. ¿Elijo a una desconocida o a la Presunta?
Ella, que sabe cuanto odio estos momentos pero no sé si sabe que hace 7 años estaba pillada de ella, se ofreció para ir juntas y yo: "sí por favor, por lo menos nos conocemos". Lo que no sabíamos es que había que cerrar los ojos y la otra persona nos iba a regalar una ducha imaginaria a base de caricias.
Es decir, que mientras tenía a la Presunta con los ojos cerrados enfrente de mí, nos iban dando instrucciones del palo: ahora caen las gotas sobre ella, ahora cogéis el jabón y la empezáis a enjabonar, ahora a enjuagar, pasad las manos por todo el cuerpo para quitar todo el jabón, ahora pasad la toalla, más suave, más fuerte... en fin, como 5 minutos pasándole las manos por todo el cuerpo pegando saltos al llegar a las zonas claramente críticas y dudando si pasar sobre las caderas o no (que no).
No sé vosotras, quizá es que soy una malpensada o es que llevo un año sin follar, pero yo percibo bañar a otro adulto como un acto sexual más que de cuidado, así que estaba por una parte deseando que acabara ese momento de acariciarla y por otro pensando: "joder, pero si es lo que me hubiera encantado hacer hace 7 años, aunque me hubiera puesto malisísima, cosa que ahora pues me resulta incómodo pero no me estoy muriendo, o sea, que bien". Eso sí, cuando ella me lo hizo a mí estuve más tranquila. Imagino que yo estaba más preocupada por hacer algo que pudiera molestarle que otra cosa, en cambio a la inversa no fue así.
Será que confiaba más en ella que en mí misma.